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jueves, 15 de mayo de 2014

Más allá del botín de la representación

Se vive un ambiente de "democracia" en la Surcolombiana, en término escueto de la palabra, pues incluye pregoneros, publicidad, saboteo  y demás  acciones como en las clásicas campañas electorales.

No es para menos es que el Consejo Superior Estudiantil en una universidad pública como la Usco representa una gran ganancia de movimiento estudiantil desde la noción con la que fue concebida como máximo organismo de  representación estudiantil de toda la universidad con el fin de propender por la  unificación y vinculación de todos los estudiantes a la lucha permanente  por las conquistas académicas, políticas, económicas, culturales y  sociales. Pero también se desvirtúa y pierde legitimidad cuando sus intereses se desvían  a un espacio de control de recursos de los representantes  que no responden a las demandas del grueso del estudiantado, sino a intereses particulares o sectoriales.

El presupuesto que maneja el Consejo Superior Estudiantil no es el más grande, pero maneja recursos propios con una estructura vertical  de junta del consejo, en cabeza  de un presidente,  por lo  que es un centro de poder  tentador para diversos interesados.  Es un promedio de más de 8 millones que reciben por cada semestre equivalente a los 1080 pesos descontados en la matricula a los 8242 estudiantes. En un  período de representación de dos años  sería más de 33 millones más las gestiones que se puedan realizar en bienestar, viajes y otras actividades con la administración de la rectoría. Quizás ahí radica el interés de  las 16 listas o planchas que se inscribieron con 187 estudiantes interesados, entre ellas las siete listas entre ocho y siete inscritos que aspiran a tener un asiento en este Consejo. En el 2010 fueron  17 las  planchas que se presentaron  para la elección de los nueve representantes  con  3.259 votos. De estos, varios de los elegido no culminaron su mandato y a otros el periodo se les alargó hasta el día de hoy, es decir  cuatro años.

En el fondo este espacio es fundamental si aborda un trabaja organizado y articulado con otras figura de representación como comité de carreras, representantes en programas y concejos de facultad; articulado con el representante de estudiantes al Consejo Superior Universitario y al Académico, tal como se pensó en propender por la integración de la organización estudiantil regional, nacional y latinoamericana.  Pero está lejos de funcionar como una verdadera estructura de control administrativo que responda eficazmente como órgano de representación de las mayorías.  Quizás tantos interesados es prueba de esa divergencia tan profunda que no permite llegar acuerdos comunes desde el reconocimiento de la diferencia y que solo marca caminos de profundas  diferencias  en los intereses para llegar cada uno por su lado, empujando puntas de cuerdas que hacen más fuerte el nudo.

Este espacio es fundamental como fue pensado para las exigencias estudiantiles y sobre todo en conquistas académicas;  pero en sus últimos años su voz es silenciosa casi cómplice de la corrupción de las administraciones, por  eso se queda corta en la divulgación de su funcionamiento, el desarrollo de su plan de trabajo, en su diálogo con los estudiantes, en la  relación con la Universidad y su vínculo con el entorno. Si alzara  su verdadera voz como órgano de representación de la mayoría del estudiantado, si  lograra responder a las  necesidades sentidas de los estudiantes y  tan básicas como la conquista  en la  mejora de la deteriorada infraestructura o más aún del hacinamiento en aulas que aleja a la Surcolombiana de un espacio de calidad académica. Esa calidad que muchas de las lista ufanan como bandera para la elección y que como años anteriores en la que también estaba  presente como parte de los pilares en las propuestas,  se desdibuja una vez electos.

Las propuestas se asimilan en intenciones electorales, son  múltiples  candidatos  y listas que acuden a bandera de   bienestar universitario  y participación. Pero tanta lista, con  propuestas intangibles y  sin profundo análisis estructural de la crisis de la universidad y la educación; son el reflejo de los  intereses múltiples que se supone  deberían  vislumbrar la realidad democrática y terminan  finalmente sin representar  los intereses de la toda la comunidad universitaria. Lo que profundiza  las separaciones que no  permiten construir juntos y nos aleja  de ese pensar en  unificación y vinculación de todos los estudiantes a la lucha y las conquistas. Esto muy a pesar de las típicas campañas con eslogan electorales que se parecen haber escuchado  años anteriores y volver a repetir, “Únete, La U la construimos todos, la  U de Todos, la Usco que Queremos”. Pero qué Universidad y a qué intereses del constituyente  primario se van a  representar,  acaso a los estudiantes que no elevan su voz o la voz de los que no se sientes representando y están lejos de legitimar el  órgano, ya que la elección es tan solo del 39% de los estudiantes que se acercan a las urnas.
 

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